Mejores Pan Dulces Buenos Aires Cerca De Mi, Abren Hoy

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A los 10 años de su llegada de Italia y tras haber trabajado como maestro pastelero en la tradicional Confitería "Del Molino", Don Juan Bautista Brignole abre las puertas de su propia pastelería en 1919, “El Progreso”, ubicada sobre el trazado de la tradicional Av. Santa Fé de la Ciudad de Buenos Aires.


En el año 1923 su “Pannettone", junto a otras exquisiteces, es premiado con diploma y medalla de oro en la Exposición Internacional de Roma. Hoy, a punto de cumplirse 100 años de la apertura de "El Progreso", los nietos y biznietos de Don Juan mantienen viva la tradición con el mismo entusiasmo inicial de su fundador.


Nuestro pan dulce perpetúa la tradición del clásico Panettone italiano.

4worldlovers: Boulan es un sueño que comenzó cuatro generaciones antes que nosotros, cruzando el Océano Atlántico desde el viejo continente. Este sueño que nuestro bisabuelo en 1933 encendió, lentamente se convirtió en una tradición familiar, que iba a marcar el rumbo de nuestras vidas.

Esta tradición llegó a nosotros en la forma más simple que alguien se puede imaginar: un cuaderno manuscrito, en español, italiano y parte en francés, con restos de harina y gotitas de aceite de oliva. Lo acompañaban las historias que contaba mi abuela, única hija de nuestro bisabuelo, sobre su infancia y juventud en la Panadería. Ese cuaderno, fue el regalo de cumpleaños de Diego, mi hermano, quien por esas cosas de la vida había decidido dedicar su vida al creativo mundo de la gastronomía.

Él, como parte de sus estudios, y ya con el viejo recetario entre sus más preciados libros, viajó a Francia a perfeccionar sus técnicas de Panadería.

Allí conoció su verdadera pasión, el pan, algo tan simple como complejo, aquello en lo que podía pasar horas y le generaba las más variadas emociones. Un alimento que acompaña al hombre desde hace miles de años y que en las manos de los maestros panaderos nunca deja de renovarse.

En la navidad del año 2007, Diego estaba buscando algo y en eso encontró el recetario que le habían regalado en su cumpleaños. Todos compartimos las historias y sin pensar las consecuencias hice una inocente pregunta en la mesa: ¿Por qué no hacemos lo que hizo el bisabuelo? Compartir nuestros panes, nuestra pasión...